A medida que la persona alcanza niveles avanzados de madurez espiritual, comienzan a florecer capacidades extraordinarias de amor, vitalidad, calidad personal, consciencia corporal, intuición, percepción, comunicación y voluntad.
Es importante que te hagas intensamente consciente del momento presente. Esa es la esencia de la meditación. Por ejemplo, cuando te laves las manos, fíjate en todas las percepciones sensoriales: el sonido, el tacto del agua, el olor del jabón, etc. Y así con cada cosa que hagas. Disfruta y percibe el momento.
El momento presente es lo único que tienes.
Inquietud, ansiedad, tensión, estrés, preocupación, ... son aspectos del miedo, y todos ellos están producidos por un exceso de futuro y una falta de presencia.
Culpa, lamento, resentimiento, pena, tristeza, amargura, y todas las demás facetas de la falta de perdón están causadas por un exceso de pasado y una presencia insuficiente.
Emplea tus sentidos plenamente. Mira a tu alrededor. Observa la luz, las formas, los colores, las texturas.
Sé consciente de la presencia silenciosa de cada cosa. Escucha los sonidos. Escucha el silencio debajo de los sonidos. Toca algo... y siente, y reconoce su ser. Observa las pequeñas cosas. Observa el ritmo de tu respiración. Entra profundamente en el ahora... estás saliendo de la mente alocada que agota tu energía de vida.

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