CORAZÓN PEREGRINO de Sarah York:
No sólo aprendemos a protegernos del dolor, sino también de la alegría y del amor.
Me sorprendía a mi misma al comprobar cuanta energía había desperdiciado en el miedo. Una y otra vez temía no ser capaz de hacer algo. Luego lo hacía. Bastaba con que lo hiciera para que el miedo me abandonara.Había más miedo en actuar que en la realidad de vivir.
Si sentimos el latir de la vida, es cuando luchamos contra los monstruos del propio miedo y estamos dispuestos a aventurarnos hasta el extremo.
Para saltar fuera de la olla, es necesario un poco de coraje, pero si nos mantenemos en nuestro cómodo espacio, no creceremos personal ni espiritualmente. Tampoco creceremos cuando el miedo al cambio silencia nuestro grito interior por la libertad.
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