jueves, 25 de junio de 2015

CORAZÓN PEREGRINO de Sarah York:

No sólo aprendemos a protegernos del dolor, sino también de la alegría y del amor.
Me sorprendía a mi misma al comprobar cuanta energía había desperdiciado en el miedo. Una y otra vez temía no ser capaz de hacer algo. Luego  lo  hacía. Bastaba  con  que lo hiciera  para  que el  miedo  me abandonara.Había más miedo en actuar que en la realidad de vivir.
Si sentimos  el latir de la vida, es cuando  luchamos contra  los  monstruos del  propio  miedo y  estamos dispuestos a aventurarnos hasta el extremo.
Para saltar fuera de la olla, es necesario un poco de coraje, pero si nos mantenemos en nuestro cómodo espacio, no creceremos personal ni espiritualmente. Tampoco creceremos  cuando el  miedo al  cambio silencia nuestro grito interior por la libertad.

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